DE VUELTA. RECUPERANDO EL TONO

Por fin, tras la vorágine estival, y ya en el mes de octubre, vamos poco a poco recobrando el tono muscular y la rutina pesquil habitual. Aunque algunos llevamos ya desde mediados de agosto trabajando, parece que hasta que ha pasado también septiembre y la consabida V Feria de Caza y Pesca de Arraintxori, que ha sido un rotundo éxito, las cosas no vuelven a la total normalidad. Por tanto, como veo en muchos blog amigos, tocan tiempos de ponerse al día con jornadas de pesca pasadas y cuyo material gráfico ha permanecido guardado en nuestras cámaras y ordenadores.

Retrocediendo al octavo mes del año, las pocas vacaciones habidas, han sido por mi parte bien aprovechadas y hasta exprimidas, diría.

Como ya hemos tomado por costumbre, Mane, Karmelín y el que escribe, aprovechamos la segunda semana  de agosto para ir a Galiza en viaje de "pesca". Nuestro campo base lo situamos en San Cibrao, Lugo, y desde allí iríamos realizando las incursiones pesqueras. 

 

Los primeros días comenzamos bien, puesto que la mar tras excesiva calma se movió y nos permitió realizar alguna jornada de pesca completa, con alguna cesta de sargos curiosa. Aquí Mane, hijo de Mane y de Deli, dándole para el pelo a los sargos.

Y aquí "kármelin", hijo de "kármelo" y de Lisi, perfectamente pertrechado para la ocasión, como es visible.

 Pero tras esa concesión, se coló una mar de verano con aguas cristalinas que nos duró el resto de los días. Aunque quisimos intentarlo con aguas tan claras nuestros esfuerzos fueron baldíos. 

No hubo manera de engañar sargos en estas aguas, aunque por lo menos nos pusimos morenos. Si parece el Mediterráneo...

 Y claro está, ante tanto tedio a alguno le fue atacando Morfeo de manera fulminante...

Así que, visto que no estaba el mar, lo mejor era una retirada a tiempo, en la sombra... y a mover un poco el bigote.

Sí, sí, habéis visto bien. Uno cuando tiene que buscar recursos descubre los múltiples usos del caldero de macizo. Si es que somos muy apañaditos...

Y el dulce para acompañar, que andábamos con la glucosa por los suelos.

Y así transcurrieron el resto de los días. Aunque alguna zona de pesca inspeccionamos para otras mares, básicamente nos dedicamos a hacer turismo élfico. Esto es, estuvimos mucho con "éldelbar" y disfrutamos de las gentes y de las viandas de esta magnífica tierra.

Creo que pocas feiras nos quedaron por catar. Cuando no era del percebe, era de pulpo, cuando no de lacón y cuando no de huevos con chorizo... Y con buenos amigos disfrutamos de todas estas ofrendas. Aprovecho para mandar un fuerte abrazo para Juan "O Rubio" y para Vicente.

De entre todas las celebraciones destacar la "Maruxaina", fiesta patronal del pueblo donde nos hospedábamos, que nos pareció una fiesta espectacular y muy recomendable. De hecho, está declarada bien de interés cultural.

Y con poco más que contar, nos despedimos con pena de Galiza, dejando paso a Ramontxu que venía a darnos el relevo. Con un poco de suerte volveremos en octubre, cuando esperamos encontrar unas mares más propicias.

Ya de vuelta por casa y tras pasar con nota las fiestas de Bilbao, no en vano veníamos bien entrenados de tierras gallegas, volvimos a las andadas con los corchazos. Para la ocasión, el día 27 de agosto, nos reunimos Juan Antonio "Nervión", Miguel y es que escribe. Ramontxu aún andaba por  Galiza y no era cuestión de hacerle venir de un saltillo.

Comenzamos la mañana muy mal. Lo cierto es que prefiero que no reverdezcan ciertos sentimientos de rabia e impotencia, pero manda narices la mala leche que tienen algunos en la praxis de su profesión. La idea, tras ver una fuerte mar que no nos convenció, fue ir a primera hora a inspeccionar una zona para fuertes marejadas a Castro Urdiales. Tras ello, buscamos un pesquero protegido con fondo de arena y agua en bajamar, para después aprovechar toda la marea. Pero como en casi hora y media no tuvimos picada decidimos cambiar de planes.  

Y tras dar muchas vueltas terminamos a las 12:00 en esta playa de piedras perteneciente a la localidad cántabra de Ontón. Supusimos que entre las rocas con poca agua podríamos robar algún sargo como así fue.

Sin apenas calado empezaron a producirse picadas espaciadas. Pero como no había casi sitio para calar con un mínimo de color, fuimos turnándonos.  La mar iba quedándose al subir la marea y limitando aún más la zona de pesca. Era nuestro último recurso así que íbamos aprovechar lo poco que teníamos a disposición.

Este era el aspecto de la zona de pesca con los golpes pero sólo resultaba un espejismo, porque en las largas belladas se quedaba como se observa en la imagen inferior. El sol tampoco nos ayudaba.

Para la ocasión contamos, como es habitual, con sardina picada para macizar, y gambas y zapateros vivos para el anzuelo.

Y en este txoko íbamos dejando los sargos conseguidos. Salían de debajo de las piedras porque a pesar de nuestra posición elevada no conseguíamos ver doblar ninguno.

Serían sobre las 14:00 de la tarde... ¡Y nosotros sin comer! Para esta hora Miguel fue reclamado por su familia y se decidió a dar por finalizada su jornada.

Éste es otro atractivo pedregal sin acceso donde pescar mediante lances largos, aunque la evolución de la ola allí era similar. La pesca en estos escenarios supone un reto ya que has de encontrar las artes adecuadas para posibilitar un mínimo engaño y ciertas garantías para recuperar las presas en un entorno con tanta defensa para el espárido.

Finalmente, Juan Antonio y yo invertimos una hora más hasta gastar el macizo. Fue una buena experiencia para Nervión en unas condiciones opuestas a las que encuentra en el exterior de los espigones, donde pesca con nocturnidad, fuertes mares, grandes calados y pesados lastres con la siempre versátil tripa de txipi.

     

La pesca que reunimos en la cesta es lo conseguido entre los tres. Eran unas capturas escasas, pero muy trabajadas y bien valían para ir recuperando la forma. Enseguida, ya en octubre vendrían tiempos mejores. ¡Hasta pronto!