Visitamos una posible alternativa en Islares para pescar con la marea, pero que descartamos por escasez de golpe. Por lo que nos liamos la manta a la cabeza y decidimos probar suerte en un antiguo roquedo que teníamos olvidado y al que ni recordamos la última vez que fuimos. No nos fue difícil encontrar la bajada y tampoco estaba muy cerrada por la vegetación, más si cabe porque ya era de día.
Y éste era el aspecto que presentaba el roquedo, justito para poder engañar algún sargo en poca agua. Lo primero de todo, macizar con calma.
Nos dividimos y artes al agua. De vez en cuando venía algún golpecillo que ponía los txokos muy buenos. Ante las características del pesquero, con más que posibles roces del bajo, lo intentamos con el 0,225 mm pero rápidamente hubimos de cambiar al 0,205 mm.
No tardaron en aparecer los primeros sargos que picaban bastante recelosos. Al bajar el diámetro del aparejo, se arregló algo la cosa. La quisquilla funcionó muy bien, además de como macizo, como carnada, que alternamos con gamba, cangrejillo y algún muergo. ¡Más viruta! Que diría Groucho.
El día oscuro nos ayudaba a mejorar el engaño. La marea nos permitía pescar al final de los caños que era donde mejor color tenía el agua y donde agarraban los espáridos apenas sin calado.
Entre los sargos salió también un durdo y, como no, algún muble, ya que andaban locos por la música. La quisquilla iba tocando a su fin.
Y al final de la agradable y fructífera mañana este era el resultado. Miguel, el habitual, y Sixto, el talismán, pues nos hemos dado cuenta de que cada vez que viene los vientos soplan favorables. ¡Claro! Hemos pensado en que venga siempre pero no sé si será tentar demasiado la suerte...
He aquí la foto de rigor que no podía faltar con mi inseparable compañera. Son tiempos en los que hay que trabajarlo mucho, tocando muchos pesqueros y con suerte acertar con el sitio, la marea y el momento adecuado. Este día estábamos muy contentos como no podía ser de otra manera.Después, sin acritud, fuimos a pasarle al maestro la cesta por los bigotes, para ver si los quería mover almorzando con nosotros. Declinó la oferta ya que no da abasto con los pedidos del refresco y además está mirando la posibilidad de sacar una línea de lencería para pescadores/as.
Como sabéis nos vamos para las Galizas, tierra formidable, en donde aunque no demos con los peces, seguro comeremos, beberemos y reiremos de lo lindo, y más seguro aún, de donde algo traeremos para contar. ¡Hasta más ver compañeros!











